miércoles, 19 de febrero de 2014

TE RECORDARÉ COMO A QUIEN MÁS QUISE

TE RECORDARÉ COMO A QUIEN MÁS QUISE

Mi historia comienza hace un año y medio, cuando esperando para entrar a mis clases semanales (había llegado muy temprano el primer día) por primera vez en el año, llegó un muchacho. Al mirarlo pensé que era de esos lindos y soberbios, por lo tanto decidí no perder mas tiempo y volví a mi lectura para pasar el tiempo que aún quedaba por delante.

Las semanas transcurrieron y terminamos teniendo un amigo en común con el “lindo-soberbio”, por lo que pasábamos tiempo juntos en los recesos, y déjenme contarles, jamás hubiera imaginado que esa persona daría vuelta mi mundo de una manera tan inexplicable.

Yo estaba en un modo neutral antes de conocerlo, era como que todo me daba igual. Tenía un par de pretendientes, pero nada se le compraba. Ellos eran lindos e inteligentes, pero lo pensaba muchas veces antes de darles cualquier tipo de oportunidad.

Empecé a ser un poco más agradable con él. Debo admitir que fui muy ruda al principio, y me encontré con nada más ni nada menos lo que yo me imaginaba. No solo era lindo físicamente, sino que también su actitud era digna de elogios; era soberbio pero de un modo pasivo, es decir, explota todo lo que tiene al 100%, estudia dos carreras y varias cosas más como extra. Al menos desde mi punto de vista por lo menos debía presumir todo eso.

El tiempo fue pasando y cada vez que finalizaba el día que lo veía, me sentía extraña… Sentía un vacío y ganas de pedirle que se quedara solo un rato más, pero era absurdo. En realidad era absurdo que no quisiera asumir que me gustaba. Transcurrieron 4 meses y llegaban las vacaciones del demonio. Sentí desfallecer al saber que no lo vería durante tanto tiempo, un mes para ser exacta. Fue un mes tortuoso, sobre todo porque ni siquiera sabía si él me veía como algo más que una compañera.

El reencuentro me revivió. Cuando lo vi, quise correr y abrazarlo fuerte, pero sabía que no correspondía. Apenas nos conocíamos, después de todo. Las clases volvieron, junto las prisas del tiempo por dejarnos atrás, y yo sintiendo que no podía guardar mi secreto por mucho más tiempo.

Un día cuando caminábamos por horas después de clases como solíamos hacerlo, nuestro amigo en común, él y yo. Decidí que era el momento de decírselo. Para ser breve, fue un “NI”. Me correspondió en cuanto al interés… Pero no quería llegar muy lejos. Entré en un estado de desequilibro y la relación de “compañerismo” se tornó tensa, poníamos incomodo al que estuviera con nosotros, llegamos al punto de ignorarnos. De mi parte porque él no decía nada, y de la suya… Vaya Dios a saber por qué…

Terminó el ciclo lectivo, pero empezó una etapa difícil para mí. Me arrepentía de haberlo ignorado y de no haberle podido decir nada el último día de clases. Lo extrañaba, extrañaba sus comentarios acerca de todo lo que yo decía, sus cuestionamientos acerca de lo que yo hacía, de cómo me vestía, de cómo hablaba, sus preguntas acerca de mi vida, los libros que solía recomendarme, sus miradas, las veces que fijo me miraba y cuando el aire me faltaba, extrañaba hacer preguntas y que el contestara todo, ya sea con sabiduría o con un simple “No tengo idea pero deberías…”. Él se fijaba en todo lo que a mi persona respectaba. Eso fue un golpe duro, si teníamos una conexión después de todo. Había una gran gran posibilidad de no volver a vernos y eso hizo que mi alma abandonara toda esperanza por un gran tiempo, durante el cual no quería ni salir, no quería oír hablar a nadie, solo recordar el tiempo que pasamos juntos, el tiempo que mantuvimos una complicidad silenciosa.

Se acercaba la fecha de volver a inscribirme para las clases semanales y, sinceramente, no quería volver al lugar que tantos recuerdos me traía. Por un tiempo creí superarlo, ya que empecé a salir nuevamente, pero sucumbía ante la idea de volver a sufrir por algo que me lo recordara.

Esperé a último momento, es más, fui el último día que admitían inscripciones. Solo fui y puse lo mejor de mí para no dejarme vencer por la melancolía de lo que ya no existía y estaba muy segura, no volvería a existir.

Pero me equivocaba, porque con mis nervios aplastándome al punto de amenazarme con inmovilizarme si me quedaba quieta, me dirigí sobre la hora a mi primera clase del año (no quería llegar temprano y morir en la eterna espera) y para mi sorpresa él estaba ahí. El corazón me dio un vuelco, sentí que mi cuerpo volvía a tener el funcionamiento correcto y al verlo me di cuenta que es quien inspira los impulsos más hermoso que tiene mi alma. Me saludó afectuosamente, sí, comprendí que muy dentro de mí, esperaba que estuviese ahí, pero le dio un extra al saber que “había olvidado todo lo ocurrido”.

Actualmente, concurrimos a clases juntos y tenemos una relación un poco más personal que con otros compañeros. Volvimos a tener esa silenciosa complicidad, podemos entendernos solo con miradas y hasta podría jurar que pensamos igual ante ciertas situaciones. Tiene consideración por mí con muchas cosas y siempre busca hacerme reír mediante comentarios o bromas. Quisiera decir que siente algo por mí, como yo por él, pero no puedo asegurarlo, solo disfruto de cada momento, ya que comprendí que me basta con saber que ese día especifico de la semana va a estar ahí para brindarme unas horas de su compañía, para dejarme disfrutar de lo extraordinaria persona que es, para hacerme reír cada vez que tiene oportunidad, para darme las fuerzas necesarias para sobrevivir seis días más hasta volver a verlo; porque si me preguntan que respiro, es él; si me preguntan que me hace feliz, sin duda hoy digo, es verlo a él.

Me basta con verlo, pero al fin de cuentas sigo muriendo por besar sus labios, por sentir su calor. Lo quiero, como nadie podría imaginar. Me gustaron otros anteriormente, no soy una pequeñuela. Pero simplemente me gustaron, en cambio siento que él tiene todo lo que necesito para pasar el resto de mi vida feliz. Pero ya no puedo hacer nada más que verlo y pensar como me derretiría en sus brazos, mas no puedo arriesgarme a perderlo como el año anterior. Ya no tengo ganas de que me ignore, solo quiero alimentarme de lo que ahora me da, ya sea solo tres horas a las semana.

Eternamente voy a recordarte, teniéndote a mi lado o a través del tiempo cuando lejos de mi te encuentres, memoraré y añoraré los momentos que pasamos, sin dudas te recordaré como a quien mas quise… Como a alguien a quien me hubiese encantado entregarme en cuerpo y alma sin nada a cambio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario