ME DUELE QUE NO SIENTA LO MISMO QUE YO
Jamás hubiera pensado que me enamoraría tanto de una persona. Así fue cuando sentí un verdadero amor.
Un 24 de febrero caminaba por la calle. Cuando miré hacia la izquierda, note a una persona, la miré a los ojos y me sonrió. Sentí algo inmenso, porque en sus ojos ví lo que en verdad era amor. No creía en el amor a primera vista, pero ese día quedé completamente convencido de que en realidad existe.
Seguí caminando y note que me seguían, me detuve y me dijo “Hola”. Sentí algo maravilloso, algo inexplicable. Le respondí, no dejaba de mirarlo, me quedé totalmente perdido en él, miraba sus labios, sus ojos, todo su rostro. Charlamos un rato, me invitó a su casa pero no acepté. Tenía mucho miedo a pesar de que me había fascinado. Jamás había visto a una persona más tierna y con tanta seguridad. En ese momento no sabía que hacer, pero cometí la mayor estupidez de no aceptar su invitación. Antes de irse me dió su número de celular, por si cambiaba de opinión. Fui un estúpido, me arrepiento por ese día. Quería estar con él, pero se fue.
Días después me dio su e-mail y empezamos a conocernos. Cada día que pasaba me enamoraba más y más de él, y siempre deseaba volver a verlo.
Un día, charlando por Messenger, me invitó a su casa. Yo, desconfiado como siempre, con miedo, sin embargo acepté. El gran día fue un lunes. Al llegar la hora, salí del colegio y con miedo, me dirigí a su casa. Llegué y empezamos a charlar, no pasó nada. Él sí quería, pero yo no. Muy dentro de mi me decía que sí, pero a pesar de ello, me resistí.
Todo esto duró unos cuatro meses, lo veía una vez a la semana, charlábamos a diario por Messenger y cada día que pasaba me enamoraba más de él.
Un día, con el pretexto de llevarle un obsequio que le había traído de mis vacaciones, le pedí verlo y me dijo que sí. Llegó la hora un 3 de mayo del 2011. Fue el mejor día de mi vida, y así fue como sucedió: llegué, estaba hablando por teléfono, se desocupó y empezamos a charlar. Poco a poco se fue acercando a mi con mucha seguridad, me empezó a acariciar. Le pedí por favor que no lo hiciera, a pesar de que sí lo deseaba y sólo tenía miedo. Me dijo “mírame a los ojos y dime que no quieres”. Lo miré, lo abracé y lo besé. Estuvimos juntos, fue algo sorprendente, algo inimaginable. No quería que terminara, pero terminó. Le dí su regalo y me marché. Me retiré con una gran alegría, y quedamos en charlar esa misma noche.
Esa noche le pregunté “¿te gustó?” y me contestó que se sentía mal por lo que había pasado. Yo, sin nada que decir, le pregunté el por qué. Dijo no saberlo y ya no quiso hablar más del tema. Eso fue un golpe para mí, ya que sólo me ofrecía su amistad. Me sentí fatal, lo amaba, lo amo. Acepté, pero le dije que yo sentía algo inmenso por él, que jamás perdería la esperanza aunque sabía que él amaba a otro.
Me duele que él no sienta lo mismo que yo siento por él. Lo amo porque desde un principio el fue sincero conmigo, pero después de todo este tiempo de conocerlo he aprendido que es un amor imposible, jamás será para mí.
No sé si seguir luchando por él o darme por vencido. Es una decisión muy difícil y sólo lo decidiré el día que lo mire nuevamente y le pregunte si es verdad que no me quiere, como él lo hizo conmigo. Lo miraré a los ojos y le preguntaré si no quiere, y si dijera que no, me iría derrotado. Aunque con un bello recuerdo.
Te amo Enrique.
La historia es bastante adolescentemente cursi. Además, parece que el miedo pudo más que el enamoramiento…
tumundo
miércoles, 19 de febrero de 2014
SÓLO QUERÍA QUE SIGUIÉRAMOS SIENDO LOS MEJORES AMIGOS
SÓLO QUERÍA QUE SIGUIÉRAMOS SIENDO LOS MEJORES AMIGOS
Últimos meses de colegio del año 2010, me senté con un chico con quien no hablaba mucho, pero me hacía reír bastante. Se convirtió en un amigo muy importante para mí, pero en un momento me di cuenta que en realidad yo gustaba de él. Llegaron las vacaciones y todo “paso”. Volvimos al colegio (año 2011) y hablábamos como mejores amigos, era mi chico perfecto, lo seguía amando pero no le decía nada y sabía disimular bien. El no se llevaba bien con mis amigas, era un poco antisocial. Nunca se había enamorado y novia ni le interesaba tener.
Pasamos de año, ya el 2012, me senté con él los primeros dos meses, en donde me di cuenta cuanto lo amaba. Una vez, salimos a una fiesta entre amigos, y cuando llegue él, Daniel, me quedo mirando y le murmuro algo a otro amigo, quien dijo en voz alta lo que le había dicho: “Carolina esta re linda, me gusta”. Hice como si nada, pero esa noche no paso nada. Desde esa noche mis mejores amigos se empezaron a enterar que me gustaba.
Pero llego un momento en que no soporte más. Él se empezó a juntar con mis amigas, ellas lo abrazaban (a él no le gustan los abrazos, nada cursi). Hasta tenía una novia falsa. No me molestaba eso, sino que me dejo de hablar a mí y cuando me hablaba era para criticar que yo lo ignoraba. Nos juntamos un día el curso entero, no soporte mas, me enoje y llore como estúpida, no sabía qué hacer.
Daniel sabía que yo estaba mal por él, pero no sabía porque. Por tres meses me intente alejar de él, quería superarlo, pero a cada rato me preguntaba ¿Porque lo odiaba? ¿Porque lo ignoraba? Me decía que le vuelva a hablar pero yo no podía. Mis amigas dejaron de hablarle, no sé porque pero ya no lo bancaban. Después de las vacaciones de invierno, lo supere. Volvimos a hablar, pero yo no podía parar de sonreír enfrente de él. ¡Eso me molesta a mí! Sabía que si le decía lo que sentía por él y la razón por la cual lo ignoraba, íbamos a volver a ser esos amigos que éramos antes, eso era lo que quería. Le dije, me sentí la chica mas boba del mundo, ni siquiera me salian las palabras.
Ahora yo lo sigo amando, pero sinceramente, no me veía saliendo con Daniel. Me pidió perdón por no poder hacer nada al respecto, pero yo no quería que el haga algo, solo quería seguir siendo esos mejores amigos. Sigo sintiendo dificultad al hablar con él, pero me ayuda en el tema.
Gracias por darme este pequeño espacio.
Últimos meses de colegio del año 2010, me senté con un chico con quien no hablaba mucho, pero me hacía reír bastante. Se convirtió en un amigo muy importante para mí, pero en un momento me di cuenta que en realidad yo gustaba de él. Llegaron las vacaciones y todo “paso”. Volvimos al colegio (año 2011) y hablábamos como mejores amigos, era mi chico perfecto, lo seguía amando pero no le decía nada y sabía disimular bien. El no se llevaba bien con mis amigas, era un poco antisocial. Nunca se había enamorado y novia ni le interesaba tener.
Pasamos de año, ya el 2012, me senté con él los primeros dos meses, en donde me di cuenta cuanto lo amaba. Una vez, salimos a una fiesta entre amigos, y cuando llegue él, Daniel, me quedo mirando y le murmuro algo a otro amigo, quien dijo en voz alta lo que le había dicho: “Carolina esta re linda, me gusta”. Hice como si nada, pero esa noche no paso nada. Desde esa noche mis mejores amigos se empezaron a enterar que me gustaba.
Pero llego un momento en que no soporte más. Él se empezó a juntar con mis amigas, ellas lo abrazaban (a él no le gustan los abrazos, nada cursi). Hasta tenía una novia falsa. No me molestaba eso, sino que me dejo de hablar a mí y cuando me hablaba era para criticar que yo lo ignoraba. Nos juntamos un día el curso entero, no soporte mas, me enoje y llore como estúpida, no sabía qué hacer.
Daniel sabía que yo estaba mal por él, pero no sabía porque. Por tres meses me intente alejar de él, quería superarlo, pero a cada rato me preguntaba ¿Porque lo odiaba? ¿Porque lo ignoraba? Me decía que le vuelva a hablar pero yo no podía. Mis amigas dejaron de hablarle, no sé porque pero ya no lo bancaban. Después de las vacaciones de invierno, lo supere. Volvimos a hablar, pero yo no podía parar de sonreír enfrente de él. ¡Eso me molesta a mí! Sabía que si le decía lo que sentía por él y la razón por la cual lo ignoraba, íbamos a volver a ser esos amigos que éramos antes, eso era lo que quería. Le dije, me sentí la chica mas boba del mundo, ni siquiera me salian las palabras.
Ahora yo lo sigo amando, pero sinceramente, no me veía saliendo con Daniel. Me pidió perdón por no poder hacer nada al respecto, pero yo no quería que el haga algo, solo quería seguir siendo esos mejores amigos. Sigo sintiendo dificultad al hablar con él, pero me ayuda en el tema.
Gracias por darme este pequeño espacio.
HAY AMORES QUE DEJAN HUELLA
HAY AMORES QUE DEJAN HUELLA
Las luces, la música, la gente, todo giraba a mi alrededor hasta que le vi, hasta que su mirada se cruzó con la mía, en aquel momento lo supe, y todo a mi alrededor dejó de existir, solo estábamos él y yo.
Cada fin de semana quedábamos en la misma discoteca, cada fin de semana me perdía en la intensidad de su mirada pero por unas cosas o por otras, ninguno de los dos nos lanzamos. El día que le abrí mi corazón, que me decidí a decirle lo que sentía, me partió en dos confesándome que había conocido a otra.
Su mejor amigo fue mi mayor consuelo, mi paño de lagrimas, el encargado de robarme las sonrisa que ya no tenía, yo sabía que le gustaba pero yo no podía dejar de pensar en él… aun así… poco a poco me fue ganando, me fue conquistando. Terminé saliendo con el mejor amigo del chico del que estaba, estoy y estaré toda la vida enamorada.
Como amigo, era el mejor del mundo, pero como pareja discutíamos todos los días. Él estaba celoso pensando en que yo seguía enamorada de “él”. No se confundía, pero eso era algo que él ya sabía, nunca se lo oculté y sabe dios lo que me dolía quedar en parejas y tener que aguantar como besaba a otra, como aquella chica robaba esos besos que debían ser míos.
A los tres meses rompimos y decidí no mantener contacto con ninguno de los dos. Sacarlos de mi vida, olvidar a mi ex y al chico del que seguía profundamente enamorada.
En ocho años la vida te lleva por muchos caminos. Yo conocí a mas chicos, tienes mas desengaños, aprendes de las caídas, pero jamás logre olvidarle, cada noche seguía pensando en su mirada. Una mirada que busqué y que no volví a encontrar frente a frente. Comencé a salir con un chico, y poco a poco consiguió que mis recuerdos se quedasen guardados en un baúl.
Con nuestros mas y nuestros menos, típicas peleas de pareja, nuestra relación se fue forjando. mi familia le adoraba y la suya me quería como una hija. Creía que realmente le había olvidado, estaba segura, casi convencida.
Pero una vez que estas en lo mas alto, comienzas a descender, así como nuestra relación se fue estancando más y más. La rutina hizo mella en nuestra relación y gracias a una red social volví a encontrarle, volví a hablar con el, del presente, del futuro, y del pasado… de un pasado que ninguno de los dos logró olvidar nunca, de un pasado que poco a poco se fue convirtiendo en un presente.
Los sentimientos salieron de ese baúl. Decidimos quedar, como amigos, para vernos, para tomar algo, pero aquella mirada me volvió a cautivar, volví a sentirme como cuando tenía 16 años. Me di cuenta de que nunca le había le había olvidado y, allí, en su casa, ocho años después, por fin, llego aquel beso que tanto había ansiado. Y, de repente, todo se paró. Sólo estábamos el y yo. No había nada mas, no había nadie mas, nos miramos, nos besamos, nos amamos…
Pero la realidad es cruel y yo tenía novio. Aunque mi relación estaba rota, me sentí sucia por lo que había hecho, por haber traicionado a mi novio. Pero decidí que quería intentarlo y nuevamente, por unas cosas u otras, el destino te vuelve a llevar por caminos que no tenías en mente. A el le salió trabajo en otra ciudad y se fue. Yo volví a enderezar mi relación, volví a arrancarme aquellos sentimientos para volverlos a esconder dentro de ese baúl. No podía dejarle, porque en el fondo le quiero y porque aunque esté enamorada de otro, no sé, y nunca llegaré a saber si realmente es un sentimiento mutuo o solo existe por mi parte, tal vez donde yo sentí un “te quiero”, realmente solo existió un “quiero pasar un buen rato contigo”.
Una vez me contaron que el secreto mejor guardado es aquel que no se comparte con nadie. Yo guardé mi secreto bajo llave durante 3 años, pero el no, se lo contó a su mejor amigo. Hace poco, hablando con mi amigo, me confesó que lo sabía todo.
Lo que no sabe, es que hemos vuelto a hablar, que ahora que vuelve a vivir aquí y aunque el también tiene a su novia de toda la vida, ambos seguimos teniendo un sentimiento, que por mas que lo queramos encerrar en un baúl, el siempre lucha por salir.
No he podido olvidar la noche que fui suya, ni creo que pueda olvidarla nunca.
Podemos hablar por Internet como amigos, pero creo que jamás podremos ser amigos, porque sé que -por mucho que los dos queremos a nuestras parejas- el día que nuestras miradas se vuelvan a cruzar, ese día, todo dejará de existir y volveremos a estar solos, el y yo.
Porque hay miradas, hay momentos, hay amores que dejan huella.
Las luces, la música, la gente, todo giraba a mi alrededor hasta que le vi, hasta que su mirada se cruzó con la mía, en aquel momento lo supe, y todo a mi alrededor dejó de existir, solo estábamos él y yo.
Cada fin de semana quedábamos en la misma discoteca, cada fin de semana me perdía en la intensidad de su mirada pero por unas cosas o por otras, ninguno de los dos nos lanzamos. El día que le abrí mi corazón, que me decidí a decirle lo que sentía, me partió en dos confesándome que había conocido a otra.
Su mejor amigo fue mi mayor consuelo, mi paño de lagrimas, el encargado de robarme las sonrisa que ya no tenía, yo sabía que le gustaba pero yo no podía dejar de pensar en él… aun así… poco a poco me fue ganando, me fue conquistando. Terminé saliendo con el mejor amigo del chico del que estaba, estoy y estaré toda la vida enamorada.
Como amigo, era el mejor del mundo, pero como pareja discutíamos todos los días. Él estaba celoso pensando en que yo seguía enamorada de “él”. No se confundía, pero eso era algo que él ya sabía, nunca se lo oculté y sabe dios lo que me dolía quedar en parejas y tener que aguantar como besaba a otra, como aquella chica robaba esos besos que debían ser míos.
A los tres meses rompimos y decidí no mantener contacto con ninguno de los dos. Sacarlos de mi vida, olvidar a mi ex y al chico del que seguía profundamente enamorada.
En ocho años la vida te lleva por muchos caminos. Yo conocí a mas chicos, tienes mas desengaños, aprendes de las caídas, pero jamás logre olvidarle, cada noche seguía pensando en su mirada. Una mirada que busqué y que no volví a encontrar frente a frente. Comencé a salir con un chico, y poco a poco consiguió que mis recuerdos se quedasen guardados en un baúl.
Con nuestros mas y nuestros menos, típicas peleas de pareja, nuestra relación se fue forjando. mi familia le adoraba y la suya me quería como una hija. Creía que realmente le había olvidado, estaba segura, casi convencida.
Pero una vez que estas en lo mas alto, comienzas a descender, así como nuestra relación se fue estancando más y más. La rutina hizo mella en nuestra relación y gracias a una red social volví a encontrarle, volví a hablar con el, del presente, del futuro, y del pasado… de un pasado que ninguno de los dos logró olvidar nunca, de un pasado que poco a poco se fue convirtiendo en un presente.
Los sentimientos salieron de ese baúl. Decidimos quedar, como amigos, para vernos, para tomar algo, pero aquella mirada me volvió a cautivar, volví a sentirme como cuando tenía 16 años. Me di cuenta de que nunca le había le había olvidado y, allí, en su casa, ocho años después, por fin, llego aquel beso que tanto había ansiado. Y, de repente, todo se paró. Sólo estábamos el y yo. No había nada mas, no había nadie mas, nos miramos, nos besamos, nos amamos…
Pero la realidad es cruel y yo tenía novio. Aunque mi relación estaba rota, me sentí sucia por lo que había hecho, por haber traicionado a mi novio. Pero decidí que quería intentarlo y nuevamente, por unas cosas u otras, el destino te vuelve a llevar por caminos que no tenías en mente. A el le salió trabajo en otra ciudad y se fue. Yo volví a enderezar mi relación, volví a arrancarme aquellos sentimientos para volverlos a esconder dentro de ese baúl. No podía dejarle, porque en el fondo le quiero y porque aunque esté enamorada de otro, no sé, y nunca llegaré a saber si realmente es un sentimiento mutuo o solo existe por mi parte, tal vez donde yo sentí un “te quiero”, realmente solo existió un “quiero pasar un buen rato contigo”.
Una vez me contaron que el secreto mejor guardado es aquel que no se comparte con nadie. Yo guardé mi secreto bajo llave durante 3 años, pero el no, se lo contó a su mejor amigo. Hace poco, hablando con mi amigo, me confesó que lo sabía todo.
Lo que no sabe, es que hemos vuelto a hablar, que ahora que vuelve a vivir aquí y aunque el también tiene a su novia de toda la vida, ambos seguimos teniendo un sentimiento, que por mas que lo queramos encerrar en un baúl, el siempre lucha por salir.
No he podido olvidar la noche que fui suya, ni creo que pueda olvidarla nunca.
Podemos hablar por Internet como amigos, pero creo que jamás podremos ser amigos, porque sé que -por mucho que los dos queremos a nuestras parejas- el día que nuestras miradas se vuelvan a cruzar, ese día, todo dejará de existir y volveremos a estar solos, el y yo.
Porque hay miradas, hay momentos, hay amores que dejan huella.
UNA ADOLESCENTE SE ENAMORÓ DE MÍ
UNA ADOLESCENTE SE ENAMORÓ DE MÍ
Soy un hombre de 61 años y siempre creí que las cosas deben seguir entre lo racional, lo lógico, lo legal, etcétera. Pero no siempre es así; la vida tiene muchas sorpresas y cada vez tenemos que toparnos con ellas.
He estado leyendo todas esas historias de amor muy bonitas, pero llenas de dudas y sufrimientos especialmente para las damitas ya que ellas lo entregan todo y casi por nada y, es más, a veces reciben mal tratos emocionales y hasta físicos.
Yo también tengo mi historia de amor increíble, pero cierta. Trabajaba de guía espiritual en una Iglesia y allí comenzó a concurrir una familia con la cual hicimos muy buena amistad. Entre ellas había una chica de 16 años muy linda, sencilla, afectiva y todo lo demás, nos hicimos muy buenos amigos. En el siguiente año, note que ella era muy afectiva y me visitaba demasiado, me llamaba, me buscaba, me hacia travesuras, me pedía favores. etc. Los mensajes que me enviaba siempre me decía que me quería muchísimo.
Un día que me armé de valor le pregunte: Que buscas en mi: un papá, un amigo, un abuelo o un hombre. ella me respondió: “un hombre”. Yo me quedé pensando en darle una buena respuesta a fin de no cortarla en su sentimiento, ya que ella estaba enamorada. Sólo atiné decirle que piense en lo que ha dicho, a lo cual me respondió que precisamente eso es lo que había hecho.
Pasaron los días. Ella continuó con mas fuerza su apego a mí, yo traté de ignorar todo este suceso, pero debo reconocer que ella me encantaba y estaba muy feliz de su compañía. Sentía algo en mi corazón, la veía toda una mujer, pues ya tenía 17 años. Con mi mente en dudas y mi corazón latiendo fuertemente por ella, seguí adelante un esta aventura. Ella se ponía muy celosa de todos y me causaba ciertos malestares y así estuvimos por algunos meses. Yo continuaba tratando de convencerla que lo nuestro es imposible, aunque real. Hemos llegado hasta los besos y nada mas y, contra todo el dolor del corazón, nos tuvimos que separar, ya que su familia se enteraron y le causaron serios problemas y pese a todo nos seguimos amando hasta que se nos pase esa fuerza del sentimiento.
Ya vamos a cumplir el año que no nos vemos, pues lo he evitado para no vernos ni contactarnos por esta medio.
Mujeres, por favor, luchen contra ustedes mismas. Hombres somos muchos, pero valerosos hay pocos. Usen el sentido común y, para los varones, dejemos a un lado el egoísmo y pensemos en los demás.
Suerte.
Soy un hombre de 61 años y siempre creí que las cosas deben seguir entre lo racional, lo lógico, lo legal, etcétera. Pero no siempre es así; la vida tiene muchas sorpresas y cada vez tenemos que toparnos con ellas.
He estado leyendo todas esas historias de amor muy bonitas, pero llenas de dudas y sufrimientos especialmente para las damitas ya que ellas lo entregan todo y casi por nada y, es más, a veces reciben mal tratos emocionales y hasta físicos.
Yo también tengo mi historia de amor increíble, pero cierta. Trabajaba de guía espiritual en una Iglesia y allí comenzó a concurrir una familia con la cual hicimos muy buena amistad. Entre ellas había una chica de 16 años muy linda, sencilla, afectiva y todo lo demás, nos hicimos muy buenos amigos. En el siguiente año, note que ella era muy afectiva y me visitaba demasiado, me llamaba, me buscaba, me hacia travesuras, me pedía favores. etc. Los mensajes que me enviaba siempre me decía que me quería muchísimo.
Un día que me armé de valor le pregunte: Que buscas en mi: un papá, un amigo, un abuelo o un hombre. ella me respondió: “un hombre”. Yo me quedé pensando en darle una buena respuesta a fin de no cortarla en su sentimiento, ya que ella estaba enamorada. Sólo atiné decirle que piense en lo que ha dicho, a lo cual me respondió que precisamente eso es lo que había hecho.
Pasaron los días. Ella continuó con mas fuerza su apego a mí, yo traté de ignorar todo este suceso, pero debo reconocer que ella me encantaba y estaba muy feliz de su compañía. Sentía algo en mi corazón, la veía toda una mujer, pues ya tenía 17 años. Con mi mente en dudas y mi corazón latiendo fuertemente por ella, seguí adelante un esta aventura. Ella se ponía muy celosa de todos y me causaba ciertos malestares y así estuvimos por algunos meses. Yo continuaba tratando de convencerla que lo nuestro es imposible, aunque real. Hemos llegado hasta los besos y nada mas y, contra todo el dolor del corazón, nos tuvimos que separar, ya que su familia se enteraron y le causaron serios problemas y pese a todo nos seguimos amando hasta que se nos pase esa fuerza del sentimiento.
Ya vamos a cumplir el año que no nos vemos, pues lo he evitado para no vernos ni contactarnos por esta medio.
Mujeres, por favor, luchen contra ustedes mismas. Hombres somos muchos, pero valerosos hay pocos. Usen el sentido común y, para los varones, dejemos a un lado el egoísmo y pensemos en los demás.
Suerte.
TENGO A MI LADO AL HOMBRE QUE AMO
TENGO A MI LADO AL HOMBRE QUE AMO
Yo, la verdad, he tenido mucha suerte, debo reconocerlo. Les relataré mi historia que parece de novela de TV, pero es real.
Mi nombre es Camila y actualmente tengo 32 años. Cuando yo tenía 5 años mis padres se separaron y para mí fue muy triste, ya que yo era muy apegada a mi padre. cuando yo tenía 12 años, mi mama sostuvo una relación con un hombre y este caballero tenía una hermana, la cual tenía 2 hijos: Gustavo el mayor y Felipe el menor. Cuando conocí a Felipe me enamoré, fue amor a primera vista. Nos gustamos mutuamente, el era mayor que yo por 4 años.
Cuando Felipe termino el cuarto medio y ya había dado la prueba para entrar a la universidad, el quedo en medicina en la Universidad de Chile, en Santiago. Antes de irse me pidió pololeo, yo le dije que no por dos razones: la primera por que íbamos a estar en distintas ciudades y segundo porque no creo en el amor a distancia.
Él se fue y yo pase a primero medio, y al tiempo me entero que él estaba pololeando con una niña que tenía su misma edad, pero que también estaba en mi misma ciudad. Ni les cuento lo mal que me sentía. Pero soy muy orgullosa, como mi mama estaba pololeando con su tío, igual lo veía en reuniones familiares.
Empezaron a pasar los años y cuando yo iba en tercero medio mi mama término con su pololo y yo nunca más volví a ver a Felipe. Al año siguiente, cuando yo salí de la enseñanza media y celebré mi cumpleaños, mi papa y mi mama volvieron. Sé que es raro, pero así fue. Me matriculé en la universidad de Talca a estudiar ingeniería comercial.
Cuando termine mi carrera, el hermano de mi mamá me regalo un pasaje para irme a Brasil por 15 días ya que había terminado súper bien la universidad y mi tío se sentía súper orgulloso, les conté a mis compañeras y hicimos un grupo de 4 y nos fuimos a pasarla re bien , era un premio después de cinco años de mucho esfuerzo.
Ya en Brasil, el primer día nos fuimos a descansar a la playa y a tomar sol y en la noche nos fuimos a un pub a pasarlo bien. Al día siguiente, me levante temprano con una amiga y nos fuimos a la playa a tomar sol ya que la idea era llegar bien tostadas a Chile. Estando en la playa se nos acerco un niño pequeño como de unos 10 o 12 años y me entrego una rosa blanca, para mí fue bastante extraño pero, la verdad, no le tomamos mucha importancia.
A la hora de almuerzo comiendo las cuatro en el hotel vuelve el mismo niño de la mañana y me vuelve a entregar otra rosa blanca, ahí ya empecé a extrañar y en la tarde después de almuerzo tocan la puerta de mi habitación y al abrir no había nadie, sólo una nota en el suelo junto a otra rosa blanca. Al abrir la nota decía: “estas más bella que nunca, te invito a tomarnos algo en el bar del hotel a las 21:00 hrs.” Me quede helada. ¿Quién podría ser? Les conté a mis amigas y con nuestras ganas de pasarla bien y curiosidad a la vez, me aconsejaron ir. Claro que ellas también estarían ahí cuidándome. Me ayudaron a ponerme linda, recuerdo un vestido corto y blanco ajustadito el cual me quedaba bastante bien.
Al llegar a la cita me di cuenta que era Felipe. Sí, el mismo chico que me había pedido pololeo. Nos dimos un abrazo que duró muchos segundos y estuvimos conversando hasta cerca de las cuatro de la mañana. A todo esto, mis amigas lo saludaron y me dejaron sola con él. Ahí él me contó que había terminado hace poco una relación y que andaba por una convención de doctores en ese país. Quedamos de almorzar al otro día, mis amigas se habían ido a bailar así que cuando llegue a la habitación aun no llegaban y me dormí.
A la mañana siguiente conversamos y les conté todo. Estaban contentas por mí. En la tarde nos juntamos con Felipe a almorzar y a despedirse también, ya que al otro día él se volvía a Chile. Quedamos en seguir en contacto y juntarnos en Chile.
Yo me la pase divino con mis amigas. Conocimos a 2 chicos brasileños que nos hicieron el favor de mostrarnos los lugares más típicos y más entretenidos. Al volver a Chile empecé a trabajar en una empresa en la cual, por ser recién egresada, me pagaban bastante bien. Creo que tuve más suerte que mis otros compañeros. Con Felipe seguimos en contacto por teléfono y por Internet.
Un día, al llegar a casa mis padres y mi hermana salieron a comer y no me invitaron. Debo reconocer que me sentí bastante mal pero pensé que a lo mejor querían hablar con mi hermana.
Como a las 22:00 hrs. me llama una amiga y me invita a un asado en casa de un amigo de ella y como estaba media bajoniada acepté. Pesqué el auto y la pasé a buscar y ella me guió el camino. Llegamos a una casa grande a la salida de la ciudad, pero no se escuchaba nada. Al ingresar, empezamos a caminar y al final en el patio estaba Felipe en una mesa con un ramo de rosas blancas y vino. Mi amiga nos dejó solos y Felipe se me declaro y me pidió pololeo. La verdad, fue muy hermoso. Me sentía en las nubes.
Pololeamos dos años y cuando llevábamos un año de relación decidimos vivir juntos y al año siguiente, o sea a los dos años decidimos casarnos. Llamamos a nuestros padres, los citamos en nuestro departamento a cenar y les contamos la noticia. Fue un matrimonio muy hermoso, junto a todos nuestros seres queridos y de luna de miel nos fuimos a Isla de Pascua. Estuvimos dos semanas de luna de miel, ya que por nuestros trabajos no podíamos tomarnos más tiempo.
Al volver de la luna de miel al mes me empecé a sentir mal, con dolores de cabeza y náuseas. Sospeché que podría ser que estuviera embarazada, así que fui a donde un amigo ginecólogo y le pedí discreción, ya que si era afirmativo quería darle la sorpresa a mi marido y si no era así no quería hacerse ilusiones. Pasaron dos días y me entero que, efectivamente, estaba embarazada, así que un día salí antes del trabajo, llegué al departamento y prepare una cena para mi marido, el cual llego tarde, así que me pilló dormida, pero vio que le tenía un regalo y al abrirlo se dio cuenta que yo estaba embarazada, porque le había comprado una cajita y en la cual había metido un chupete. Me dio un beso y me abrazó. Estaba feliz, así que al otro día llamamos a nuestros padres para contarles la noticia, los cuales también estaban felices. Cuando tenía 8 meses y medio nació Renato, un niño sano y muy bello.
Cuando Renato tenía dos años, yo me empecé a sentir mal. De nuevo náuseas, vómitos, mareos y dolores atroces de cabeza. Entonces fui de nuevo al ginecólogo pensando que de nuevo estaba embarazada y el médico me dijo que no lo estaba, y entonces fui a un médico general el cual me mando a hacerme varios exámenes y me encontraron un tumor en la cabeza. Cuando le mostré los exámenes a Felipe y le conté se molesto, porque me dijo que él debería de haberme acompañado o bien haberme hecho él los exámenes. Me los volvió a hacer y salieron que efectivamente tenía un tumor. Programamos con unos compañeros de Felipe la operación y al mes de saber la mala noticia me operaron. La operación debía durar 5 horas pero se extendió por 8 horas, mi marido estaba muy preocupado y a cada rato preguntaba a sus colegas por mí. Al término de la operación, sus colegas le dijeron que la operación había salido bien, pero que tenían que ver los resultados cuando me despertara y obvio con el transcurso del tiempo.
Gracias a Dios salió todo bien, y al año siguiente quede embarazada. Yo estaba feliz, pero cuando llegue a la oficina de mi marido para darle la noticia, lo pille besándose con la secretaria. Como no había hecho ruido y Felipe no me vio, salí despacio y me fui directo a mi casa, llorando por sentirme engañada. Fui a buscar a Renato y le pedí a la nana que me hiciera una maleta con ropa para mí y para mi hijo. Ella no entendía nada, sólo me obedeció. me fui a casa de una amiga, que a todo esto es la madrina de Renato y le conté lo que había pasado. Ella me dejo quedarme en su casa, y yo le dije que necesitaba ir a la farmacia por unos medicamentos que el doctor me había dado y en camino a la farmacia me chocan el auto. Me llevaron al hospital y cuando desperté estaba Felipe a mi lado. Lloramos juntos y me contó que él había despedido a su secretaria porque le había confesado su amor hacia él y le había dado el beso y que yo había solo visto el beso, y me juro que él no tenía nada con ella.
Con Felipe seguimos juntos y al tiempo nació Josefa, igual a su padre. Hoy en día mis niños están más grandes y, si bien he pasado por muchas cosas tanto buenas y malas, tengo al lado mío al hombre que amo y que me ama y gracias a dios formamos una hermosa familia. Y con Felipe estamos en campaña para tener otro bebé, ya que queremos una familia grande. Espero Dios nos bendiga con unos dos bebés mas.
Yo, la verdad, he tenido mucha suerte, debo reconocerlo. Les relataré mi historia que parece de novela de TV, pero es real.
Mi nombre es Camila y actualmente tengo 32 años. Cuando yo tenía 5 años mis padres se separaron y para mí fue muy triste, ya que yo era muy apegada a mi padre. cuando yo tenía 12 años, mi mama sostuvo una relación con un hombre y este caballero tenía una hermana, la cual tenía 2 hijos: Gustavo el mayor y Felipe el menor. Cuando conocí a Felipe me enamoré, fue amor a primera vista. Nos gustamos mutuamente, el era mayor que yo por 4 años.
Cuando Felipe termino el cuarto medio y ya había dado la prueba para entrar a la universidad, el quedo en medicina en la Universidad de Chile, en Santiago. Antes de irse me pidió pololeo, yo le dije que no por dos razones: la primera por que íbamos a estar en distintas ciudades y segundo porque no creo en el amor a distancia.
Él se fue y yo pase a primero medio, y al tiempo me entero que él estaba pololeando con una niña que tenía su misma edad, pero que también estaba en mi misma ciudad. Ni les cuento lo mal que me sentía. Pero soy muy orgullosa, como mi mama estaba pololeando con su tío, igual lo veía en reuniones familiares.
Empezaron a pasar los años y cuando yo iba en tercero medio mi mama término con su pololo y yo nunca más volví a ver a Felipe. Al año siguiente, cuando yo salí de la enseñanza media y celebré mi cumpleaños, mi papa y mi mama volvieron. Sé que es raro, pero así fue. Me matriculé en la universidad de Talca a estudiar ingeniería comercial.
Cuando termine mi carrera, el hermano de mi mamá me regalo un pasaje para irme a Brasil por 15 días ya que había terminado súper bien la universidad y mi tío se sentía súper orgulloso, les conté a mis compañeras y hicimos un grupo de 4 y nos fuimos a pasarla re bien , era un premio después de cinco años de mucho esfuerzo.
Ya en Brasil, el primer día nos fuimos a descansar a la playa y a tomar sol y en la noche nos fuimos a un pub a pasarlo bien. Al día siguiente, me levante temprano con una amiga y nos fuimos a la playa a tomar sol ya que la idea era llegar bien tostadas a Chile. Estando en la playa se nos acerco un niño pequeño como de unos 10 o 12 años y me entrego una rosa blanca, para mí fue bastante extraño pero, la verdad, no le tomamos mucha importancia.
A la hora de almuerzo comiendo las cuatro en el hotel vuelve el mismo niño de la mañana y me vuelve a entregar otra rosa blanca, ahí ya empecé a extrañar y en la tarde después de almuerzo tocan la puerta de mi habitación y al abrir no había nadie, sólo una nota en el suelo junto a otra rosa blanca. Al abrir la nota decía: “estas más bella que nunca, te invito a tomarnos algo en el bar del hotel a las 21:00 hrs.” Me quede helada. ¿Quién podría ser? Les conté a mis amigas y con nuestras ganas de pasarla bien y curiosidad a la vez, me aconsejaron ir. Claro que ellas también estarían ahí cuidándome. Me ayudaron a ponerme linda, recuerdo un vestido corto y blanco ajustadito el cual me quedaba bastante bien.
Al llegar a la cita me di cuenta que era Felipe. Sí, el mismo chico que me había pedido pololeo. Nos dimos un abrazo que duró muchos segundos y estuvimos conversando hasta cerca de las cuatro de la mañana. A todo esto, mis amigas lo saludaron y me dejaron sola con él. Ahí él me contó que había terminado hace poco una relación y que andaba por una convención de doctores en ese país. Quedamos de almorzar al otro día, mis amigas se habían ido a bailar así que cuando llegue a la habitación aun no llegaban y me dormí.
A la mañana siguiente conversamos y les conté todo. Estaban contentas por mí. En la tarde nos juntamos con Felipe a almorzar y a despedirse también, ya que al otro día él se volvía a Chile. Quedamos en seguir en contacto y juntarnos en Chile.
Yo me la pase divino con mis amigas. Conocimos a 2 chicos brasileños que nos hicieron el favor de mostrarnos los lugares más típicos y más entretenidos. Al volver a Chile empecé a trabajar en una empresa en la cual, por ser recién egresada, me pagaban bastante bien. Creo que tuve más suerte que mis otros compañeros. Con Felipe seguimos en contacto por teléfono y por Internet.
Un día, al llegar a casa mis padres y mi hermana salieron a comer y no me invitaron. Debo reconocer que me sentí bastante mal pero pensé que a lo mejor querían hablar con mi hermana.
Como a las 22:00 hrs. me llama una amiga y me invita a un asado en casa de un amigo de ella y como estaba media bajoniada acepté. Pesqué el auto y la pasé a buscar y ella me guió el camino. Llegamos a una casa grande a la salida de la ciudad, pero no se escuchaba nada. Al ingresar, empezamos a caminar y al final en el patio estaba Felipe en una mesa con un ramo de rosas blancas y vino. Mi amiga nos dejó solos y Felipe se me declaro y me pidió pololeo. La verdad, fue muy hermoso. Me sentía en las nubes.
Pololeamos dos años y cuando llevábamos un año de relación decidimos vivir juntos y al año siguiente, o sea a los dos años decidimos casarnos. Llamamos a nuestros padres, los citamos en nuestro departamento a cenar y les contamos la noticia. Fue un matrimonio muy hermoso, junto a todos nuestros seres queridos y de luna de miel nos fuimos a Isla de Pascua. Estuvimos dos semanas de luna de miel, ya que por nuestros trabajos no podíamos tomarnos más tiempo.
Al volver de la luna de miel al mes me empecé a sentir mal, con dolores de cabeza y náuseas. Sospeché que podría ser que estuviera embarazada, así que fui a donde un amigo ginecólogo y le pedí discreción, ya que si era afirmativo quería darle la sorpresa a mi marido y si no era así no quería hacerse ilusiones. Pasaron dos días y me entero que, efectivamente, estaba embarazada, así que un día salí antes del trabajo, llegué al departamento y prepare una cena para mi marido, el cual llego tarde, así que me pilló dormida, pero vio que le tenía un regalo y al abrirlo se dio cuenta que yo estaba embarazada, porque le había comprado una cajita y en la cual había metido un chupete. Me dio un beso y me abrazó. Estaba feliz, así que al otro día llamamos a nuestros padres para contarles la noticia, los cuales también estaban felices. Cuando tenía 8 meses y medio nació Renato, un niño sano y muy bello.
Cuando Renato tenía dos años, yo me empecé a sentir mal. De nuevo náuseas, vómitos, mareos y dolores atroces de cabeza. Entonces fui de nuevo al ginecólogo pensando que de nuevo estaba embarazada y el médico me dijo que no lo estaba, y entonces fui a un médico general el cual me mando a hacerme varios exámenes y me encontraron un tumor en la cabeza. Cuando le mostré los exámenes a Felipe y le conté se molesto, porque me dijo que él debería de haberme acompañado o bien haberme hecho él los exámenes. Me los volvió a hacer y salieron que efectivamente tenía un tumor. Programamos con unos compañeros de Felipe la operación y al mes de saber la mala noticia me operaron. La operación debía durar 5 horas pero se extendió por 8 horas, mi marido estaba muy preocupado y a cada rato preguntaba a sus colegas por mí. Al término de la operación, sus colegas le dijeron que la operación había salido bien, pero que tenían que ver los resultados cuando me despertara y obvio con el transcurso del tiempo.
Gracias a Dios salió todo bien, y al año siguiente quede embarazada. Yo estaba feliz, pero cuando llegue a la oficina de mi marido para darle la noticia, lo pille besándose con la secretaria. Como no había hecho ruido y Felipe no me vio, salí despacio y me fui directo a mi casa, llorando por sentirme engañada. Fui a buscar a Renato y le pedí a la nana que me hiciera una maleta con ropa para mí y para mi hijo. Ella no entendía nada, sólo me obedeció. me fui a casa de una amiga, que a todo esto es la madrina de Renato y le conté lo que había pasado. Ella me dejo quedarme en su casa, y yo le dije que necesitaba ir a la farmacia por unos medicamentos que el doctor me había dado y en camino a la farmacia me chocan el auto. Me llevaron al hospital y cuando desperté estaba Felipe a mi lado. Lloramos juntos y me contó que él había despedido a su secretaria porque le había confesado su amor hacia él y le había dado el beso y que yo había solo visto el beso, y me juro que él no tenía nada con ella.
Con Felipe seguimos juntos y al tiempo nació Josefa, igual a su padre. Hoy en día mis niños están más grandes y, si bien he pasado por muchas cosas tanto buenas y malas, tengo al lado mío al hombre que amo y que me ama y gracias a dios formamos una hermosa familia. Y con Felipe estamos en campaña para tener otro bebé, ya que queremos una familia grande. Espero Dios nos bendiga con unos dos bebés mas.
ME ENAMORÉ DEL MEJOR AMIGO DE MI PADRE
ME ENAMORÉ DEL MEJOR AMIGO DE MI PADRE
Cuando tenia 13 años jamás imaginé que me enamoraría del mejor amigo de mi papá. Recuerdo que fue en el cumpleaños de su tía y la celebración de la fiesta de promoción de los alumnos de mi padre, en la cual él era el padrino. Fui a buscar a su mamá y el se me acercó, me dijo: “Me gustas mucho” y me dio un beso en la mejilla. No supe que contestar. Pensé que era una broma y sólo atiné a correr hacia mi casa.
Toda esa noche no supe que pasaba.los días pasaban y me daba vergüenza encontrarme con él, hasta que llego la Navidad y para colmo de males nuestras familias lo iban a celebrar juntas. Él me pide que lo acompañe a realizar una llamada (nadie pensó mal porque era obvio, era mucho mayor que yo, el tenia 28 y yo 13). En el camino estaba muda, con miedo. Fue en un sitio oscuro que él me jala hacia su lado y me pregunta si y sentía lo mismo que él. Le dije que se dejara de bromas, que todo era un chiste, como siempre. Él me dijo que no, que en realidad yo le gustaba y sin darme cuenta nuestros labios se unieron. Mi primer beso, qué lindo. Desde ese entonces sólo pensaba, solo tenía ojos para él, pero él era un mujeriego. Le gustaba andar con todas las que caían en su red. Tenía una risa encantadora, una mirada que te enloquecía. No me importó.
Por ese entonces llegó un chico un año mayor al mío al cual llamaremos George. Era guapo y me miraba. La verdad, no soy “bonita”, pero tengo lo mío. En las vacaciones, él me buscaba, siempre estaba conmigo, me sentía tan feliz a su lado a pesar que eran pocos los minutos que pasábamos juntos, una mirada bastaba, un beso para demostrarle el inmenso amor que le tenía. Pronto empezaron las clases y conocí a George. Me daba cólera porque me veía con deseo.
Pero pasó el tiempo y me enteré por la gente y mi papá que él estaba con otra chica, que dolor mas grande sentí en ese momento. Él me dio una explicación: “No quiero que tu papá se dé cuenta de lo nuestro, la gente habla y para despistar tengo que estar con ella”. Fue lo mas terrible y tuve que soportarlo, verlos delante de mí que se prodigaran amor, oh no, qué terrible.
Fue en ese momento que empecé a aceptar a George en mi vida. No sé cómo ni cuando, pero me enamoré. Nos escribíamos cartas, nos encontrábamos a solas y nos besábamos profundamente. Por supuesto, él me interrogó y encima tenía el descaro de pedirme explicaciones, y le respondí: “Es para despistar a la gente”. Él se fugó con la chica, yo me quedé con el chico de mi edad que me supo conquistar.
Así pasaron dos años, yo terminaba la secundaria y había terminado con George, también era mujeriego. Él regresó con su “esposa”, pero aún con ella siguió buscándome. Yo volví con él. Era la ‘otra’.
Pasó el tiempo y se separaron. Él se refugió mas en mí, yo terminé la secundaria y viajé a la capital. Seguíamos juntos, parecía que me era fiel y como una tonta me entregué a él a los 17 años. Me sentía tan feliz, era mi primera vez con el hombre de mis sueños. No contaba que él solo deseó eso, después perdió interés en mí. Sólo me buscaba para eso y, como una tonta, yo lo dejaba, hasta que un día lo llamé a su teléfono y me contestó una chica. Por lo raro de su voz le pregunté quien era y me dijo “Soy la novia de él”. Sentí como si me hubiesen clavado un cuchillo en el corazón y para comprobarlo volví. Era cierto. Él tenía otra mujer.
Lloré todo lo que pude y decidí sacarlo de mi mente para siempre, pero con su mirada, palabras y mentiras me hizo caer de nuevo. Seguimos, así pasó un año más, yo también lo engañaba y él se dio cuenta, y un día que fui al lugar donde estaba me dijo: “Te invito a mi boda, es el 6 de agosto y quiero que estés presente, no faltes”. Por Dios, qué dolor mas grande. No lo podía creer. Se casaba con una buena chica, casi de su misma edad. En ese instante sentí que lo había perdido para siempre.
Y así pasaron los años. Me enamoré de un chico bueno, pero no podía olvidarle a él y él un día me buscó y me dijo que volviéramos, que nada era igual sin mí, que iba a dejar a su esposa e hija. Por supuesto, no le creí. Empezamos a trabajar juntos y no le daba importancia. Después de un año de trabajar juntos me comprometí con el verdadero amor de mi vida, que es un chico también mayor y salí embarazada. Él, al enterarse, también embarazó a su esposa y me dijo que me odiaba, que si se había casado era porque yo le engañé y ahora me había casado, que aún tenía esperanzas de volver conmigo y que lo decepcioné. Sólo me reí porque ya nada sentía por él, me era completamente indiferente, hoy también lo veo.
Ya mi bebé tiene 4 años y solo sé que mi esposo es y sera por siempre el único amor de mi vida.
Cuando tenia 13 años jamás imaginé que me enamoraría del mejor amigo de mi papá. Recuerdo que fue en el cumpleaños de su tía y la celebración de la fiesta de promoción de los alumnos de mi padre, en la cual él era el padrino. Fui a buscar a su mamá y el se me acercó, me dijo: “Me gustas mucho” y me dio un beso en la mejilla. No supe que contestar. Pensé que era una broma y sólo atiné a correr hacia mi casa.
Toda esa noche no supe que pasaba.los días pasaban y me daba vergüenza encontrarme con él, hasta que llego la Navidad y para colmo de males nuestras familias lo iban a celebrar juntas. Él me pide que lo acompañe a realizar una llamada (nadie pensó mal porque era obvio, era mucho mayor que yo, el tenia 28 y yo 13). En el camino estaba muda, con miedo. Fue en un sitio oscuro que él me jala hacia su lado y me pregunta si y sentía lo mismo que él. Le dije que se dejara de bromas, que todo era un chiste, como siempre. Él me dijo que no, que en realidad yo le gustaba y sin darme cuenta nuestros labios se unieron. Mi primer beso, qué lindo. Desde ese entonces sólo pensaba, solo tenía ojos para él, pero él era un mujeriego. Le gustaba andar con todas las que caían en su red. Tenía una risa encantadora, una mirada que te enloquecía. No me importó.
Por ese entonces llegó un chico un año mayor al mío al cual llamaremos George. Era guapo y me miraba. La verdad, no soy “bonita”, pero tengo lo mío. En las vacaciones, él me buscaba, siempre estaba conmigo, me sentía tan feliz a su lado a pesar que eran pocos los minutos que pasábamos juntos, una mirada bastaba, un beso para demostrarle el inmenso amor que le tenía. Pronto empezaron las clases y conocí a George. Me daba cólera porque me veía con deseo.
Pero pasó el tiempo y me enteré por la gente y mi papá que él estaba con otra chica, que dolor mas grande sentí en ese momento. Él me dio una explicación: “No quiero que tu papá se dé cuenta de lo nuestro, la gente habla y para despistar tengo que estar con ella”. Fue lo mas terrible y tuve que soportarlo, verlos delante de mí que se prodigaran amor, oh no, qué terrible.
Fue en ese momento que empecé a aceptar a George en mi vida. No sé cómo ni cuando, pero me enamoré. Nos escribíamos cartas, nos encontrábamos a solas y nos besábamos profundamente. Por supuesto, él me interrogó y encima tenía el descaro de pedirme explicaciones, y le respondí: “Es para despistar a la gente”. Él se fugó con la chica, yo me quedé con el chico de mi edad que me supo conquistar.
Así pasaron dos años, yo terminaba la secundaria y había terminado con George, también era mujeriego. Él regresó con su “esposa”, pero aún con ella siguió buscándome. Yo volví con él. Era la ‘otra’.
Pasó el tiempo y se separaron. Él se refugió mas en mí, yo terminé la secundaria y viajé a la capital. Seguíamos juntos, parecía que me era fiel y como una tonta me entregué a él a los 17 años. Me sentía tan feliz, era mi primera vez con el hombre de mis sueños. No contaba que él solo deseó eso, después perdió interés en mí. Sólo me buscaba para eso y, como una tonta, yo lo dejaba, hasta que un día lo llamé a su teléfono y me contestó una chica. Por lo raro de su voz le pregunté quien era y me dijo “Soy la novia de él”. Sentí como si me hubiesen clavado un cuchillo en el corazón y para comprobarlo volví. Era cierto. Él tenía otra mujer.
Lloré todo lo que pude y decidí sacarlo de mi mente para siempre, pero con su mirada, palabras y mentiras me hizo caer de nuevo. Seguimos, así pasó un año más, yo también lo engañaba y él se dio cuenta, y un día que fui al lugar donde estaba me dijo: “Te invito a mi boda, es el 6 de agosto y quiero que estés presente, no faltes”. Por Dios, qué dolor mas grande. No lo podía creer. Se casaba con una buena chica, casi de su misma edad. En ese instante sentí que lo había perdido para siempre.
Y así pasaron los años. Me enamoré de un chico bueno, pero no podía olvidarle a él y él un día me buscó y me dijo que volviéramos, que nada era igual sin mí, que iba a dejar a su esposa e hija. Por supuesto, no le creí. Empezamos a trabajar juntos y no le daba importancia. Después de un año de trabajar juntos me comprometí con el verdadero amor de mi vida, que es un chico también mayor y salí embarazada. Él, al enterarse, también embarazó a su esposa y me dijo que me odiaba, que si se había casado era porque yo le engañé y ahora me había casado, que aún tenía esperanzas de volver conmigo y que lo decepcioné. Sólo me reí porque ya nada sentía por él, me era completamente indiferente, hoy también lo veo.
Ya mi bebé tiene 4 años y solo sé que mi esposo es y sera por siempre el único amor de mi vida.
TE RECORDARÉ COMO A QUIEN MÁS QUISE
TE RECORDARÉ COMO A QUIEN MÁS QUISE
Mi historia comienza hace un año y medio, cuando esperando para entrar a mis clases semanales (había llegado muy temprano el primer día) por primera vez en el año, llegó un muchacho. Al mirarlo pensé que era de esos lindos y soberbios, por lo tanto decidí no perder mas tiempo y volví a mi lectura para pasar el tiempo que aún quedaba por delante.
Las semanas transcurrieron y terminamos teniendo un amigo en común con el “lindo-soberbio”, por lo que pasábamos tiempo juntos en los recesos, y déjenme contarles, jamás hubiera imaginado que esa persona daría vuelta mi mundo de una manera tan inexplicable.
Yo estaba en un modo neutral antes de conocerlo, era como que todo me daba igual. Tenía un par de pretendientes, pero nada se le compraba. Ellos eran lindos e inteligentes, pero lo pensaba muchas veces antes de darles cualquier tipo de oportunidad.
Empecé a ser un poco más agradable con él. Debo admitir que fui muy ruda al principio, y me encontré con nada más ni nada menos lo que yo me imaginaba. No solo era lindo físicamente, sino que también su actitud era digna de elogios; era soberbio pero de un modo pasivo, es decir, explota todo lo que tiene al 100%, estudia dos carreras y varias cosas más como extra. Al menos desde mi punto de vista por lo menos debía presumir todo eso.
El tiempo fue pasando y cada vez que finalizaba el día que lo veía, me sentía extraña… Sentía un vacío y ganas de pedirle que se quedara solo un rato más, pero era absurdo. En realidad era absurdo que no quisiera asumir que me gustaba. Transcurrieron 4 meses y llegaban las vacaciones del demonio. Sentí desfallecer al saber que no lo vería durante tanto tiempo, un mes para ser exacta. Fue un mes tortuoso, sobre todo porque ni siquiera sabía si él me veía como algo más que una compañera.
El reencuentro me revivió. Cuando lo vi, quise correr y abrazarlo fuerte, pero sabía que no correspondía. Apenas nos conocíamos, después de todo. Las clases volvieron, junto las prisas del tiempo por dejarnos atrás, y yo sintiendo que no podía guardar mi secreto por mucho más tiempo.
Un día cuando caminábamos por horas después de clases como solíamos hacerlo, nuestro amigo en común, él y yo. Decidí que era el momento de decírselo. Para ser breve, fue un “NI”. Me correspondió en cuanto al interés… Pero no quería llegar muy lejos. Entré en un estado de desequilibro y la relación de “compañerismo” se tornó tensa, poníamos incomodo al que estuviera con nosotros, llegamos al punto de ignorarnos. De mi parte porque él no decía nada, y de la suya… Vaya Dios a saber por qué…
Terminó el ciclo lectivo, pero empezó una etapa difícil para mí. Me arrepentía de haberlo ignorado y de no haberle podido decir nada el último día de clases. Lo extrañaba, extrañaba sus comentarios acerca de todo lo que yo decía, sus cuestionamientos acerca de lo que yo hacía, de cómo me vestía, de cómo hablaba, sus preguntas acerca de mi vida, los libros que solía recomendarme, sus miradas, las veces que fijo me miraba y cuando el aire me faltaba, extrañaba hacer preguntas y que el contestara todo, ya sea con sabiduría o con un simple “No tengo idea pero deberías…”. Él se fijaba en todo lo que a mi persona respectaba. Eso fue un golpe duro, si teníamos una conexión después de todo. Había una gran gran posibilidad de no volver a vernos y eso hizo que mi alma abandonara toda esperanza por un gran tiempo, durante el cual no quería ni salir, no quería oír hablar a nadie, solo recordar el tiempo que pasamos juntos, el tiempo que mantuvimos una complicidad silenciosa.
Se acercaba la fecha de volver a inscribirme para las clases semanales y, sinceramente, no quería volver al lugar que tantos recuerdos me traía. Por un tiempo creí superarlo, ya que empecé a salir nuevamente, pero sucumbía ante la idea de volver a sufrir por algo que me lo recordara.
Esperé a último momento, es más, fui el último día que admitían inscripciones. Solo fui y puse lo mejor de mí para no dejarme vencer por la melancolía de lo que ya no existía y estaba muy segura, no volvería a existir.
Pero me equivocaba, porque con mis nervios aplastándome al punto de amenazarme con inmovilizarme si me quedaba quieta, me dirigí sobre la hora a mi primera clase del año (no quería llegar temprano y morir en la eterna espera) y para mi sorpresa él estaba ahí. El corazón me dio un vuelco, sentí que mi cuerpo volvía a tener el funcionamiento correcto y al verlo me di cuenta que es quien inspira los impulsos más hermoso que tiene mi alma. Me saludó afectuosamente, sí, comprendí que muy dentro de mí, esperaba que estuviese ahí, pero le dio un extra al saber que “había olvidado todo lo ocurrido”.
Actualmente, concurrimos a clases juntos y tenemos una relación un poco más personal que con otros compañeros. Volvimos a tener esa silenciosa complicidad, podemos entendernos solo con miradas y hasta podría jurar que pensamos igual ante ciertas situaciones. Tiene consideración por mí con muchas cosas y siempre busca hacerme reír mediante comentarios o bromas. Quisiera decir que siente algo por mí, como yo por él, pero no puedo asegurarlo, solo disfruto de cada momento, ya que comprendí que me basta con saber que ese día especifico de la semana va a estar ahí para brindarme unas horas de su compañía, para dejarme disfrutar de lo extraordinaria persona que es, para hacerme reír cada vez que tiene oportunidad, para darme las fuerzas necesarias para sobrevivir seis días más hasta volver a verlo; porque si me preguntan que respiro, es él; si me preguntan que me hace feliz, sin duda hoy digo, es verlo a él.
Me basta con verlo, pero al fin de cuentas sigo muriendo por besar sus labios, por sentir su calor. Lo quiero, como nadie podría imaginar. Me gustaron otros anteriormente, no soy una pequeñuela. Pero simplemente me gustaron, en cambio siento que él tiene todo lo que necesito para pasar el resto de mi vida feliz. Pero ya no puedo hacer nada más que verlo y pensar como me derretiría en sus brazos, mas no puedo arriesgarme a perderlo como el año anterior. Ya no tengo ganas de que me ignore, solo quiero alimentarme de lo que ahora me da, ya sea solo tres horas a las semana.
Eternamente voy a recordarte, teniéndote a mi lado o a través del tiempo cuando lejos de mi te encuentres, memoraré y añoraré los momentos que pasamos, sin dudas te recordaré como a quien mas quise… Como a alguien a quien me hubiese encantado entregarme en cuerpo y alma sin nada a cambio.
Mi historia comienza hace un año y medio, cuando esperando para entrar a mis clases semanales (había llegado muy temprano el primer día) por primera vez en el año, llegó un muchacho. Al mirarlo pensé que era de esos lindos y soberbios, por lo tanto decidí no perder mas tiempo y volví a mi lectura para pasar el tiempo que aún quedaba por delante.
Las semanas transcurrieron y terminamos teniendo un amigo en común con el “lindo-soberbio”, por lo que pasábamos tiempo juntos en los recesos, y déjenme contarles, jamás hubiera imaginado que esa persona daría vuelta mi mundo de una manera tan inexplicable.
Yo estaba en un modo neutral antes de conocerlo, era como que todo me daba igual. Tenía un par de pretendientes, pero nada se le compraba. Ellos eran lindos e inteligentes, pero lo pensaba muchas veces antes de darles cualquier tipo de oportunidad.
Empecé a ser un poco más agradable con él. Debo admitir que fui muy ruda al principio, y me encontré con nada más ni nada menos lo que yo me imaginaba. No solo era lindo físicamente, sino que también su actitud era digna de elogios; era soberbio pero de un modo pasivo, es decir, explota todo lo que tiene al 100%, estudia dos carreras y varias cosas más como extra. Al menos desde mi punto de vista por lo menos debía presumir todo eso.
El tiempo fue pasando y cada vez que finalizaba el día que lo veía, me sentía extraña… Sentía un vacío y ganas de pedirle que se quedara solo un rato más, pero era absurdo. En realidad era absurdo que no quisiera asumir que me gustaba. Transcurrieron 4 meses y llegaban las vacaciones del demonio. Sentí desfallecer al saber que no lo vería durante tanto tiempo, un mes para ser exacta. Fue un mes tortuoso, sobre todo porque ni siquiera sabía si él me veía como algo más que una compañera.
El reencuentro me revivió. Cuando lo vi, quise correr y abrazarlo fuerte, pero sabía que no correspondía. Apenas nos conocíamos, después de todo. Las clases volvieron, junto las prisas del tiempo por dejarnos atrás, y yo sintiendo que no podía guardar mi secreto por mucho más tiempo.
Un día cuando caminábamos por horas después de clases como solíamos hacerlo, nuestro amigo en común, él y yo. Decidí que era el momento de decírselo. Para ser breve, fue un “NI”. Me correspondió en cuanto al interés… Pero no quería llegar muy lejos. Entré en un estado de desequilibro y la relación de “compañerismo” se tornó tensa, poníamos incomodo al que estuviera con nosotros, llegamos al punto de ignorarnos. De mi parte porque él no decía nada, y de la suya… Vaya Dios a saber por qué…
Terminó el ciclo lectivo, pero empezó una etapa difícil para mí. Me arrepentía de haberlo ignorado y de no haberle podido decir nada el último día de clases. Lo extrañaba, extrañaba sus comentarios acerca de todo lo que yo decía, sus cuestionamientos acerca de lo que yo hacía, de cómo me vestía, de cómo hablaba, sus preguntas acerca de mi vida, los libros que solía recomendarme, sus miradas, las veces que fijo me miraba y cuando el aire me faltaba, extrañaba hacer preguntas y que el contestara todo, ya sea con sabiduría o con un simple “No tengo idea pero deberías…”. Él se fijaba en todo lo que a mi persona respectaba. Eso fue un golpe duro, si teníamos una conexión después de todo. Había una gran gran posibilidad de no volver a vernos y eso hizo que mi alma abandonara toda esperanza por un gran tiempo, durante el cual no quería ni salir, no quería oír hablar a nadie, solo recordar el tiempo que pasamos juntos, el tiempo que mantuvimos una complicidad silenciosa.
Se acercaba la fecha de volver a inscribirme para las clases semanales y, sinceramente, no quería volver al lugar que tantos recuerdos me traía. Por un tiempo creí superarlo, ya que empecé a salir nuevamente, pero sucumbía ante la idea de volver a sufrir por algo que me lo recordara.
Esperé a último momento, es más, fui el último día que admitían inscripciones. Solo fui y puse lo mejor de mí para no dejarme vencer por la melancolía de lo que ya no existía y estaba muy segura, no volvería a existir.
Pero me equivocaba, porque con mis nervios aplastándome al punto de amenazarme con inmovilizarme si me quedaba quieta, me dirigí sobre la hora a mi primera clase del año (no quería llegar temprano y morir en la eterna espera) y para mi sorpresa él estaba ahí. El corazón me dio un vuelco, sentí que mi cuerpo volvía a tener el funcionamiento correcto y al verlo me di cuenta que es quien inspira los impulsos más hermoso que tiene mi alma. Me saludó afectuosamente, sí, comprendí que muy dentro de mí, esperaba que estuviese ahí, pero le dio un extra al saber que “había olvidado todo lo ocurrido”.
Actualmente, concurrimos a clases juntos y tenemos una relación un poco más personal que con otros compañeros. Volvimos a tener esa silenciosa complicidad, podemos entendernos solo con miradas y hasta podría jurar que pensamos igual ante ciertas situaciones. Tiene consideración por mí con muchas cosas y siempre busca hacerme reír mediante comentarios o bromas. Quisiera decir que siente algo por mí, como yo por él, pero no puedo asegurarlo, solo disfruto de cada momento, ya que comprendí que me basta con saber que ese día especifico de la semana va a estar ahí para brindarme unas horas de su compañía, para dejarme disfrutar de lo extraordinaria persona que es, para hacerme reír cada vez que tiene oportunidad, para darme las fuerzas necesarias para sobrevivir seis días más hasta volver a verlo; porque si me preguntan que respiro, es él; si me preguntan que me hace feliz, sin duda hoy digo, es verlo a él.
Me basta con verlo, pero al fin de cuentas sigo muriendo por besar sus labios, por sentir su calor. Lo quiero, como nadie podría imaginar. Me gustaron otros anteriormente, no soy una pequeñuela. Pero simplemente me gustaron, en cambio siento que él tiene todo lo que necesito para pasar el resto de mi vida feliz. Pero ya no puedo hacer nada más que verlo y pensar como me derretiría en sus brazos, mas no puedo arriesgarme a perderlo como el año anterior. Ya no tengo ganas de que me ignore, solo quiero alimentarme de lo que ahora me da, ya sea solo tres horas a las semana.
Eternamente voy a recordarte, teniéndote a mi lado o a través del tiempo cuando lejos de mi te encuentres, memoraré y añoraré los momentos que pasamos, sin dudas te recordaré como a quien mas quise… Como a alguien a quien me hubiese encantado entregarme en cuerpo y alma sin nada a cambio.
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